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Studio Visit: Gordopelota

27 de Octubre de 2020
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A Martin Kazanietz le conocerás por el nombre de Gordopelota (Buenos Aires, 1985) y si aún no te suena su obra es probable que tras verla no se te vuelva a ir de la cabeza. Fútbol amateur, asado y todo un imaginario desarrollado entorno la cultura popular argentina dentro de una sola obra, una mezcla de ceremonia y ‘costumbrismo’ que no deja dudas de la procedencia del artista. Y no es por casualidad. Este trabajo, es el resultado de una larga reflexión sobre identidad cultural que Gordopelota lleva trabajando desde que comenzó en el graffiti, con 24 años, y que más tarde trasladó a su obra sobre lienzo y papel de manera autodidacta. Tras años en Buenos Aires, decidió mudarse con su pareja a la ciudad de Viedma, ubicada al norte de la Patagonia, en busca de una vida más tranquila alejada del ajetreo de la capital y desde donde ha empezado a desarrollar una obra que se distancia del fútbol amateur y en la que ha comenzado a trabajar a través de fotografías que toma con su teléfono y que pinta, tal y como si las revelase, al tamaño de la pantalla de 16:9 en pequeño y en gran formato. Hablamos con él durante nuestra octava sesión de Urvanity Meets sobre sus inicios, la evolución y nuevos rumbos que ha tomado su pintura y la libertad y espontaneidad con la que hoy desarrolla su obra desde su casa-estudio de Viedma y que el próximo febrero mostrará en La Causa Galería de Madrid. Puedes ver la charla completa haciendo click aquí.


 






«Tengo mi taller en un cuarto dentro de mi casa. Es muy pequeño y tengo lo justo. Suelo pintar al fondo junto a la ventana, donde se ve el caballete. Las pinturas que voy haciendo las enrollo y las voy guardando en el armario por que no tengo más sitio donde tenerlas desplegadas. Ahora estoy trabajando en esta serie de pinturas chiquitas, son tamaño teléfono y son fotos que he ido acumulando, de cosas que veo en mi día a día y que pinto manteniendo las dimensiones 16:9 de la pantalla. Es como un revelado de fotos pero con pintura. Con el formato tan chiquito tengo un sentimiento cruzado, no es algo que me guste mucho y se me complica por el tamaño pero al mismo tiempo se resuelve tan rápido que me provoca mucho placer, empezar y terminar una pintura el mismo día. Son rápidas de resolver. Con estas dimensiones estoy trabajando en dos formatos: uno que es escala real de la pantalla del teléfono y otro gran formato que mantiene la escala a 1,60×90, casi tamaño humano. Estas sí que me quedo un rato más con ellas… ».


 






«La temática que usaba en mi obra relacionada al fútbol amateur nace de un par de lugares. En la época en la que pintaba graffiti, empecé a consumir referencias de las obras que venían de afuera, sobre todo de España, Brasil o Chile. Siempre admiré el hecho de ver esas piezas y reconocer exactamente de dónde venían y me generaba la duda de saber cual sería el graffiti argentino, si tendría algo que lo mires y automáticamente lo puedas reconocer. Buscando una respuesta a eso empecé a hacer cosas bastante literales, como pintar una cara que parezca de acá, personajes haciendo cosas que se hacen acá… Es una especie de primera aproximación a eso que viene de mi época más adolescente. A partir de ahí, una vez que empecé a pintar mis propias cosas ya trascendiendo el graffiti y pasando a otros medios pude empezar a trabajarlo un poco más. Antes sufría un poco de horror vacui en mi obra y sentía que la obra era una especie de Tetris en que acumulas todo lo que sientes, lo que ves, lo que quiere representar… Hacía unas obras muy recargadas con narrativas múltiples, muchas cosas pasando al mismo tiempo, un cuadrito dentro del cuadro… Para mi eran maneras de quitarle solemnidad a la imagen, que era a lo que yo antes le temía. Creo que le perdí ese miedo a que sean menos recargadas, aunque aún me cuesta. La diferencia de ese trabajo con el actual es que ahora al trabajar con fotografía trabajo con una imagen que en mi cabeza ya existió y antes al ser una imagen que creaba de cero necesitaba rellenarla, recargar y usar todo el espacio para contar lo máximo posible».


 






«De pequeño me llamó mucho la atención en trabajo de Molina Campos, un pintor súper popular en Argentina [que pintaba gauchos] que durante mucho tiempo fue la obra que vestía la casa de mi abuela. Me resultaba muy llamativo como este artista desarrolló una identidad pintando escenas exclusivamente de una temática. Dentro de lo folclórico, lo cerrado y tradicionalista me permitía ver una oportunidad para responder una pregunta que me hacía desde hace tiempo sobre qué pasaría si esto existiera hablando sobre el futbol amateur, que es la temática que más me interesaba en el momento y que tenía que ver mucho conmigo porque era algo que hacía de manera diaria. Mis primeras pinturas trataban de responder eso, pintar solo sobre eso y desarrollar todo un imaginario alrededor. Sentí que era algo que podía tener mecha corta, no me iba a dedicar toda mi vida a hacer esto y tenía mucho interés en hacer otro tipo de cosas. Sentí esta libertad de no tener que atarme en estética o en una forma de pintar o de resolver, haga lo que haga eso va a aparecer solo. Ahora puedo responder de una manera más espontánea a hacer lo que me apetezca en cada momento. Hay algo de esa idea que tiene que ver con generar una identidad, puede estar bastante asociado con lo mercantil, el Street art o el muralismo y esta era, en la que tú desarrollas una estética propia, una paleta de colores, algo que te identifica y eso va a simplificar la forma en la que vas a llegar a una audiencia o consumidor de tu trabajo. Siento que es un poco limitante, y si bien trato de pelear contra eso en el día a día, dejé de pensar que eso era algo necesario para mi a la hora de construir una obra».


 






«En este último tiempo me di cuenta que había exprimido mucho mi trabajo sobre futbol amateur. Es lo que venía haciendo durante un montón de tiempo y me sentí agotado de pintarlo. Al mismo tiempo me pasaba que me daba cuenta de que cada vez me encontraba más rato usando el teléfono, supongo que como todo el mundo. De eso que quieres buscar una foto vieja y te encuentras con un montón de contenido que está en el celular dando vueltas, como si fuera bucear en un fichero digital en el que puedes entrar a tu cabeza, y al lugar que viste y recordar dónde estabas, cómo estabas de ánimo… y eso traducido en imágenes. Quería hacer algo con eso y lo que empezó como de broma ha seguido. En mi último trabajo, el que está colgado en la pared, se aprecia eso: una gorra sobre un trofeo, una pelota melancólica en la cancha del Deportivo de Viedma, una pared pintada en el centro de Viedma que decía ‘Aguante Tame Impala’, un maniquí con una remera a 90 pesos que son unos pocos céntimos de euro, una casa que se construyó cerca de aquí y que simulaba la proa del Titanic con una escultura de Jack y Rose… La idea es mostrar esta obra el próximo febrero en La Causa Galería de Madrid, para mi primer solo show en Europa».


 






«Esta es una de las últimas piezas en las que estoy trabajando de esta nueva serie de fotos que he sacado. Diría que ya la terminé. La tomé en una fiesta popular, la Fiesta del Río y ese día se llena de asadores. Este personaje me encantó, abriendo el ‘chulengo’, estos barriles cortados a la mitad para hacer parrilla, y salía una luz que parecía que lo transportaba a otra dimensión, me gustaba eso de la imagen. Ahora estoy participando en una exposición colectiva en Mana Contemporary en New Jersey comisariada por Eduardo Monti, tenía planificada una residencia artística allí y por Covid se tuvo que cancelar así que la muestra se ha mantenido. Esperemos que los planes para 2021 en Madrid puedan seguir adelante».


 


 


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