El pasado 19 de noviembre se inauguraba en la sede madrileña de la galería Cerquone la exposición “Máscaras de una generación Millennial” del artista plástico mallorquín Grip Face (Palma de Mallorca, 1989). Una evolución del trabajo en el que lleva inmerso los últimos seis años de su carrera en torno al rostro y su lenguaje: «He englobado este proyecto en torno a cuatro conceptos clave: el estudio de la imagen, la polarización a nivel plástico, que hace hincapié en la polarización social, el tema generacional llevado a lo plástico desde un punto de vista amargo y por fin el tema del rostro», dice Grip Face. Cuatro puntos que en realidad funcionan en el espacio interconectados los unos con los otros y que trabajan a raíz de una silueta única que gracias al new media y técnicas industriales el artista deforma, manipula y distorsiona visualmente jugando con la expresión de la generación Millennial desde un punto de vista conceptual. En este último trabajo Grip Face se estrena con obra volumétrica, con la escultura, abriendo paso a una nueva etapa en la que deja de tratarla a nivel instalativo convertirla en pieza única objetual. «Me siento bastante cómodo con el volumen y la escultura y mis próximos proyectos van a ir encaminados en esta dirección. La parte de intervención pública, en la que he estado menos involucrado este año que en anteriores, es hacia donde quiero llevarla y dejar un poco la práctica plástica. Ha sido un proceso realmente natural y orgánico», continúa. Hacemos de la mano del artista un tour personal, pieza a pieza, por la exposición que podrá verse hasta el 5 de marzo de 2021.
«Es la pieza principal de la exposición, todo gira alrededor de ella y es la que mantiene el equilibrio del espacio. Precisamente creo que uno de mis fuertes es ese manejo del espacio y para mí es lo más importante. Esta escultura nace de una pieza en 2D [foto abajo], es la silueta principal y tiene la misma forma cuando la ves de frente que esta escultura. Digamos que es la última evolución en formato volumétrico. Representa el retrato de nuestra generación, del estado en que se encuentra, ese gesto amargo, casi agridulce… Parece una máscara de presión con un tono muy neutro pero equilibrado. Para mi esta pieza es la que retrata a esta generación Millennial. Las partes en rosa son las únicas más humanas. Quería utilizar ese tejido de terciopelo cárnico para recordar que la pieza está viva y que detrás de esa máscara aséptica, blanca, con un acabo de porcelana noble están esas partes más mundanas, la piel. Es como si la pieza estuviera presionada y esa carne tuviera que salir por alguna parte hacia arriba. Mi intención era conseguir ese equilibrio entre lo crudo y lo naive».
«Las cuatro piezas que están colgadas en la pared en 2D son, al igual que la anterior, el estudio de la misma imagen que comienza desde un formato de busto plano que luego se va deformando. Tiene cuatro diferentes deformaciones apareciendo elementos que representan nuevos rostros. Es un estudio de imagen sobre imagen, tal y como sucede hoy en la vida virtual en la que se nos presentan multitud de imágenes y de información hasta el punto que realmente no ves nada preciso y te vas confundiendo entre una imagen y otra. Quería plantearlo de esta manera, piezas muy confusas pero que generan mucha información y que realmente tienes que observar varias veces. Es un juego de scroll visual».
«En realidad estas cuatro piezas podrían llamarse no-pintura por que están hechas con materiales tecnológicos, es la primera vez que trabajo una pieza al completo de manera puramente industrial: terciopelo inyectado, impresión OV, tipos de resina plástica, epoxys industriales… Quería encontrar ese conflicto con las piezas mas cárnicas y manuales que son los dibujos. Son los dos extremos opuestos, polarizados pero ocupando un mismo espacio. Llevo un tiempo bastante interesado en la materia industrial y sobre todo en aquello que no representa una materia noble para el arte visual. He estado introduciéndome gracias a compañeros que trabajan en el mundo industrial en esta otra rama. Me gusta estar en constante evolución, investigar y salir de mi zona de confort».
«La escultura grande central forma de mi trabajo en nuevas tecnologías, aunque sea una pieza volumétrica, una escultura que parece tener una presencia muy clásica, en realidad está hecha en gran parte con nuevos medios. Ahí es donde entra en conflicto con esta escultura de pelo, quería que este fuera otro de los choques de la polarización. Es como si fuera una pieza que recordara a mis bustos y máscaras más primigenias, más tribales. Aparece el pelo por primera vez en mi trabajo como algo tangible, cuando antes siempre había sido algo plano. Realmente es la segunda máscara que representa la parte generacional y a través de esas dos, una encima de la otra, represento en la peluda un gesto más agridulce, con un pelo canoso, en las últimas, y la pieza de arriba un rosto abstracto pero con una mirada muy inocente y sutil, que vuelve a generar un conflicto en sí. Desde mi puto de vista es la pieza más interesante, fue un proceso denso, tuve que inyectar 1.500 pelos uno a uno con la técnica manual de inyección sobre silicona, fue bastante trabajoso».
«Esta serie la retomé a principios de 2020. Llevaba casi 10 años sin exponer dibujo en su materia más prima, que es el lápiz, y en esta ocasión me encajaba muy bien en el proyecto para generar ese diálogo entre lo más ‘retro’ o primitivo del trabajo con lo más nuevo y moderno. Son piezas representativas, por que son rostros muy abstractos pero que entran en un juego de equilibrio con los tejidos, el cabello, la forma… Son piezas un poco más oscuras de lo que encontramos en el resto de la exposición pero forman una parte crucial. Estos dibujos son la parte más introspectiva de mi obra, son dibujos que suelo hacer en mis diarios, en mis cuadernos… Y estos están fuera del alcance de la gente, no los publico ni los muestro, son dibujos en realidad muy ‘outsider’. Quiero retomar esa parte primitiva del lápiz durante estos añitos, a ver hasta dónde me lleva».