La artista bruselense Bieke Buckinx es conocida en la ciudad como una extraordinaria cronista de la vida ordinaria de la ciudad. O, como otros han dicho con tanta elocuencia: encuentra la belleza en lo banal. Pero no sólo la belleza, sino también la felicidad, el asombro y la ironía. Su refrescante visión de la vida es a la vez sensata y afectuosa. Y aunque no se tome las cosas tan en serio -la vida es demasiado corta para pensar en ella-, sí se toma muy en serio su trabajo. Así es como se comunica con la ciudad y la gente que la rodea, contando pequeñas historias personales y documentando encuentros significativos.