El trabajo de Fernando Zúñiga está compartido entre el realismo y la abstracción, entre lo conocido y lo desconocido. El riesgo es parte esencial en su proceso creativo. Así como el hombre necesita su oscuridad para trascender, su obra necesita peligro y destrucción para nacer. La pintura es una de sus meditaciones activas, convirtiéndose así en un ritual cotidiano con un sinfín de significados y símbolos, que quedan plasmados en la obra de forma manifiesta y en ocasiones oculta.
Así describe Fernando su proceso de creación "cuando pinto entro en contacto conmigo m.ismo, con mi ser, con mi ira, con mi violencia, con m.is miedos, con mi alegría, gestando y aflorando necesidades de libertad y oxígeno, dando paso a un juego constante que se convierte en un desafío entre lo esperado y lo incierto; la pintura es una excusa para la evolución, una necesidad de superación constante, que a su vez se ve reflejada en la evolución de la pinru.ra misma. El momento en que una mano se gobierna sola y se despega del ojo, en ese preciso momento aparece lo más jugoso, lo más interesante: lo auténtico. Lo aparente desaparece y lo invisible se hace visible