Bajo los auspicios de la ola underground americana de los noventa, la gráfica utilizada por el movimiento Punk en los ochenta y el arte naif asiático, Grip Face (Palma de Mallorca, 1989) se sumergió en el rito de iniciación de la estética del graffiti, así como en su posterior deconstrucción; muy pronto, la insurrección de los propios medios de comunicación le permitió entender el arte como un medio para sobrevivir.
El dibujo y la pintura se convirtieron en armas de destrucción masiva contra la ansiedad del mundo contemporáneo. Y así comenzó una polifacética carrera artística que giraría principalmente en torno a reexaminar constantemente la propia contemplación de su pléyade. Con esta vocación de artista-ingeniero, Grip Face tiende puentes entre contextos, elementos, técnicas, espacios y personas.