Laura López Balza
(España, 1984)
Los dibujos y pinturas de Laura López Balza (Santander, 1984), son enérgicos, cercanos, divertidos, desinhibidos y a veces ácidos. Con ellos muestra y contagia su entusiasmo por la infinita riqueza y variedad de lo observado, lo vivido y lo imaginado.
Su obra trata las emociones primarias de una manera pasional y expresiva y narra su propia experiencia vital a través de un mundo interior compuesto de fábulas protagonizadas por la naturaleza, el paisaje o lo cotidiano.
Son historias mínimas; recordadas, imaginadas, vividas o idealizadas que reflejan anhelos, preferencias o miedos; pero siempre son un canto a la joie de vivre. Laura pinta para ver, conocer y comprender. Formalmente podríamos calificar su obra como antiacadémica, definida por una gran intensidad en la interacción cromática y un cierto primitivismo en la forma, que conecta con posiciones de gran trascendencia en el arte contemporáneo, las que eligen no respetar de manera rígida las leyes de la pintura ilusionista para conseguir una mayor expresividad e interacción.
El proceso creativo de la artista tiene como punto de partida su experiencia personal y una extraordinaria sensibilidad para percibir el mundo y todo lo que lo puebla. Muy cercana a un animismo ancestral y a las tradiciones simbolistas, surrealistas y expresionistas, en su obra todo lo representado posee vida y se comunica mágicamente entre sí. Personas, animales y todos los elementos de la naturaleza se sitúan en un mismo plano y comparten sensaciones apoyados por la vibración de su amplísima paleta cromática y sus composiciones intuitivas, alejadas de cualquier canon. Tanto el color como la forma nacen de la emoción pura llevada al plano con una formidable libertad expresiva que huye del convencionalismo, logrando así representar muchas más cosas de las que el ojo ve. Sus historias apelan al sentir de cada espectador y requieren toda su atención, pues están llenas de sutiles detalles que convierten cada obra en un dispositivo capaz de transformar a quien lo percibe a través la experiencia estética.
Sus pinturas relatan acontecimientos o sensaciones vividas por la artista, para que no caigan en el olvido, cobrando en el lienzo, la tabla o el papel, un estatus de momento privilegiado y presente absoluto. Esto nos habla de una preciosa forma de entender la vida que da gran importancia a los pequeños descubrimientos y a las sorpresas cotidianas.