Luis Pérez Calvo (Madrid, 1962) es un artista cuyo trabajo bebe directamente de la música popular urbana, del circo, del cine, de rebuscar en El Rastro, de las verbenas y los viejos tebeos. Criado entre los populares barrios madrileños de Lavapiés y Embajadores, su imaginario responde fundamentalmente a la cultura popular de los sesenta a los ochenta. Así, en sus obras se codean los Beach Boys con Superman, Batman o los personajes de Ibáñez; platos de comida clásicos con fragmentos de revistas antiguas y envoltorios de chicles Bazooka o publicidad de los jabones Lagarto. Sin olvidar las referencias a Patinir y otros artistas clásicos.
Pérez Calvo –llamado arqueólogo de la cultura popular por algún crítico– relee, pinta, dibuja, recorta, pega, ironiza y homenajea de forma casi compulsiva, sin descanso, a todos aquellos seres y recuerdos que pueblan su memoria y que trata de recuperar en un intento melancólico pero divertido por atrapar una sociedad fetichizada de un pasado reciente que desaparece poco a poco.
Su trabajo se basa en el dibujo, a menudo combinado con el collage, y que utiliza sobre soportes de todo tipo –incluyendo la cerámica–. Con recursos como el homenaje, el guiño, el palimpsesto o la intertextualidad, sus obras le permiten moverse en esta intrahistoria de las pequeñas cosas, no con un afán de registrar grandes acontecimientos, sino pequeños objetos que construyen una historia más emocional que Histórica.
Ha expuesto individualmente en el Museo Patio Herreriano de Valladolid y en galerías como La Gran, Blanca Soto, Liebre o Swinton, además de en múltiples colectivas nacionales e internacionales. Su obra forma parte de relevantes colecciones privadas y de la Colección Masaveu.