Utilizando el papel como soporte transversal, trabajo en dibujos, pinturas e instalaciones de luz.
Los procesos que adopto son metódicos, repetitivos y requieren manualidad. Los elementos representados son simples objetos cotidianos, pero llevan una carga afectiva y cuentan historias. Hablo de la fragilidad de los soportes interrogando al observador sobre la vida de los objetos y los lugares y sobre la duración de su propia memoria e identidad.
En mis obras recientes, recupero técnicas utilizadas en la infancia, como picar, gotear y arrugar el papel sobre capas y marcas de tinta y grafito. Mi gesto -repetitivo, cadencioso y falsamente maquinado- marca el paso del tiempo. Gota a gota o agujero a agujero, la superficie pictórica gana textura, relieve y un peso propio que recuerda a la piel.