Miguel Núñez
(Cádiz, 1991)
La arqueología, además de ser la ciencia que interpreta la Historia a través de su legado patrimonial, tiene una lectura poética, en cuanto que las piezas que llegan hasta nuestros días se nos presentan incompletas, por fractura o por estar inacabadas. Esto posee un gran poder de evocación, pues en muchos casos no disponemos de fuentes documentales suficientes para conocer su aspecto original.
Miguel Núñez se basa en la contemplación del entorno y en el abrazo a la tradición, dando lugar a representaciones de esculturas clásicas y otros elementos arqueológicos en el medio natural. Composiciones teatralizadas donde lo arqueológico manifiesta las inquietudes personales y el paisaje se entiende como algo para ser vivido y no para ser visto.
También está muy presente en su trabajo la abstracción, no de manera visible pero sí de forma conceptual durante el proceso, ya que la pintura abstracta, como toda cosa construida, está sometida a una limitación bien determinada. En su caso esa limitación es su propia experiencia con la pintura. El interés por la escultura clásica se debe a que ellas determinaron la representación humana al nivel más digno. Por ello, cuando se ocupa con objetos concretos, estos deben poseer una dignidad abstracta que solo encuentra de forma adecuada en la antigüedad.
Con el empleo de la metáfora, el artista se siente atraído por la definición de Paul Ricoeur, quien la entendía como aquel proceso retórico mediante el que el discurso libera el poder que tienen ciertas ficciones para redescribir la realidad.
Se trata de experimentar e hilvanar lentamente múltiples lenguajes pictóricos, entendiendo la pintura como la obtención dinámica de soluciones que acaban configurando un itinerario creativo. A esto se debe la elaboración de una técnica que sea acorde con el propio temperamento para que permita expresar lo que se quiere.