En 1997 se trasladó a Nueva York, donde estudió grabado durante tres años antes de volver a instalarse en Tokio.
A su regreso de Nueva York, sus nuevas influencias de la gran manzana se mezclaron con la cultura pop japonesa y así fue definiendo su propio estilo. Utilizando el clasicismo y la modernidad en sus creaciones, Takeru Amaro combina la precisión de la línea con una explosiva paleta de colores de la cultura pop.