La relación de Violeta Maya con la pintura fluye con fuerza por que es íntima y de cierta manera, funcional en su vida; lejos de aludir explícitamente a temas de actualidad o buscar un discurso justificante, Maya aborda el acto pictórico como una genuina y personal forma de escape, una vía de fuga que le permite salir del ciclo agotador y confuso de la vida cotidiana y la sobredosis de estímulos e imágenes en la que vivimos. Es en la acción pictórica donde Maya puede manejar y enfocar su concentración de manera consciente. Es un vinculo casi vital con el medio. Su aproximación no es densa, sino rítmica. No es premeditada ni sesuda, sino que brota de manera rápida y a su vez es capaz de condensar sentimientos o sensaciones largas.
Violeta Maya
(1993)