La obra de Yaya Yajie Liang explora la metamorfosis del propio cuerpo y el potencial de convertirse en animal. Desde la legendaria bestia desterrada hasta la interpenetración del espacio biológico y el espacio representado con el cuerpo, Yaya cuestiona cómo la cartografía analógica de los humanos hacia y desde los animales (dentro de intimidades imaginadas, vividas o taxonómicas) arroja una luz trans sobre lo humano para ayudarnos a reconsiderar la definición prescrita de "humanidad", y desangra la "animalidad", la "materia" de la naturaleza animal que se adhiere a los animales en el humanismo zombi, a la textura de lo humano.
Inspirándose en el Realismo Agencial, Yaya ve la pintura como un movimiento que repite constantemente el "devenir". Desplazándose sin descanso entre los modos abstracto y figurativo, utiliza la improvisación para poner en marcha nuevas pinturas, permitiendo que los trazos iniciales no planificados ayuden a dictar la dirección posterior de las obras. Con el colapso de un único sistema central de representación, el encuentro desordenado entre diversos centros, perspectivas superpuestas, momentos coexistentes y materiales se producen y remodelan en el proceso de pintar. Asumiendo el riesgo de implantar el daño, Yaya invierte intensamente en la agencia del material inanimado. Al transformar la pintura en carne, su pintura cuestiona las grietas dentro del binario específico de lo animado y lo inanimado.