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Átame

100cmx70cm

2022

Óleo sobre papel

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A lo largo de sus años de experimentación, Cesc Abad (Barcelona, 1973) ha desarrollado un interés especial por el hombre y su relación y efecto sobre la naturaleza. Después de años de estudiar a los grandes maestros de la pintura, encontró su herramienta técnica en la pincelada postimpresionista y la historia en el simbolismo.

Esta mezcla conduce a un trabajo tanto figurativo como conceptual, como resultado de una tarea introspectiva desde el punto de vista de la naturaleza, pero que sugiere muchas preguntas al espectador.

Sus obras de arte permiten a las personas observar el paisaje de manera diferente, como si uno pudiera acercarse a un pedazo de bosque, simplemente deslizando el dedo en la pantalla, para descubrir a veces un mundo animal verdadero, a veces un mundo onírico y otros distópico.

El trabajo principal de Cesc Abad se realiza en grandes formatos usando pintura al óleo y acrílica y también, como contrapunto a la pintura, la cerámica también tiene un lugar muy especial.

Las cerámicas de Cesc Abad, lejos de ser un descubrimiento arqueológico, son un descubrimiento iconográfico con múltiples figuras y lecturas, acompañadas de un colorido muy especial que confieren a sus obras una infinidad de visiones e interpretaciones.

Al igual que sucede en las cerámicas griegas, las narraciones que podemos observar en las obras de Cesc Abad, tratan de explicar ciertas acciones que pueden ser tan cotidianas como el deseo, la lujuria, el misterio o la pasión, todos ellos conceptos que van intrínsecamente unidos a la naturaleza humana.

La lectura o interpretación en sus cerámicas puede hacerse de abajo arriba, de derecha a izquierda o en sentido contrario, lo que permite que el espectador pueda disfrutar de diferentes historias o momentos que enriquecen a la condición del hombre. En cierta manera recuerdan un poco a los bajos relieves sumerios, cuyas historias se configuraban en franjas o registros alrededor de la vasija y cuyo contenido inicial era fundamentalmente religioso y votivo. En ellos también aparecían figuras sedentes o en procesión así como animales, que confieren a las piezas un registro narrativo.

Amarillos, verdes, azules y rojos, confieren a estas cerámicas un color y brillo a caballo entre lo kitsch, lo pop y lo natural que tiene la vida misma.

 

Mónica Marañón, Diciembre 2020

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