Natalia Romanciuc, nacida en 1996 en la República de Moldavia, descubrió su pasión por la pintura a una edad temprana y decidió convertirse en artista a los 17 años. Estudió en la Academia de Bellas Artes de Chisinau, donde desarrolló su talento y exploró diversas formas de expresión artística. Reconocida por sus pinturas a gran escala y su interés por el cuerpo femenino, Natalia también se aventura en otros medios artísticos como los manifiestos, la poesía, el dibujo, la cerámica, el videoarte y la performance, ampliando su creatividad y diversidad.
En los últimos 8 años, Natalia ha encontrado inspiración en la figura femenina y valora el don divino de la maternidad, buscando transmitir el amor, la belleza y la fuerza inherente tanto en hombres como en mujeres. Su conexión con la energía femenina enriquece su expresión artística, reflejando el poder y la belleza de la mujer en su obra.
Para Natalia, el arte es su voz y su medio de comunicación, observación y creación. Busca establecer una conexión entre el caos y la armonía, proporcionando al espectador una experiencia única y compartida que refleje no sólo su identidad, sino también la de los demás y la del universo. Con un estilo expresionista figurativo y simbólico moderno, Natalia utiliza la distorsión como método para manifestar estados mentales y emocionales en su arte. Actualmente, explora la unión entre la personalidad física y la espiritual, ahondando en la esencia de estos elementos humanos y permitiendo al espectador ejercitar su imaginación personal. Además de transmitir ideas importantes, Natalia pretende evocar emociones intensas en el espectador y cree que el éxito del arte reside en su capacidad para cultivar, educar y promover el desarrollo espiritual. Reconoce las imperfecciones de los conceptos artísticos contemporáneos y entiende que esas imperfecciones reflejan la condición humana.